viernes, 7 de septiembre de 2007

Entrevista: Carlos Pérez Soto.

  • Carlos Pérez Soto es Profesor de Estado en Física. Hoy dicta clases de Epistemología y Filosofía de la ciencia, entre otras. También dirige seminarios sobre Marx y Hegel. Ha publicado varios libros entre los que destacan: “Para un concepto histórico de Ciencia” (1988), “Sobre la condición social de la Psicología” (1996) y “Para una crítica del poder burocrático” (2001). Entre sus tantos planteamientos, Carlos Pérez hace una propuesta radical: dar vuelta la espalda a la tradición marxista del siglo XX y enfrentar un nuevo marxismo, un maxismo del siglo XXI.

  • Primero que nada, según Carlos Pérez, ¿qué es ser marxista?

Se pueden llamar marxistas los que creen que las ideas de Carlos Marx son adecuadas como crítica del capitalismo, como concepto de la historia humana, como fundamento para pensar en la posibilidad de una sociedad sin lucha de clases.

  • ¿Cuál es el sentido de ser marxista hoy?

Tiene sentido porque es una matriz teórica profunda y poderosa para la crítica de la dominación imperante, porque desde él se puede hacer un análisis de clase de la situación global y trazar una perspectiva revolucionaria que apunte hacia un horizonte comunista.

  • ¿El marxismo sería el mejor camino para cambiar el mundo?

El marxismo no es la única manera de pensar un cambio radical, revolucionario, de la dominación. Puede contribuir con sus herramientas teóricas, y con las voluntades que convoca, a una oposición global, en que no es, ni debe ser, ni el único polo revolucionario, ni siquiera el hegemónico o dirigente.Es una perspectiva útil para abordar los problemas económico sociales e históricos, es útil como marco, o como fundamento. Pero, en la lucha concreta, muchas otras perspectivas podrían ser necesarias.

  • ¿Cuál es la diferencia entre un marxismo del siglo XXI y el marxismo del siglo XX que todos conocemos?

Los marxismos del siglo XX fueron inventados para sociedades que ya no existen, para el modo fordista de la acumulación capitalista, con sus rasgos: jerárquico, homogeneizador, centralista, estatalista. Es necesario inventar un marxismo adecuado para una sociedad altamente tecnológica, diversificadora, que domina administrando la diversidad, en que la tolerancia tiene un efecto represivo, en que la democracia es sólo un modo de administrar, en que la enajenación puede ser agradable, en que la dominación es interactiva.

  • Específicamente, ¿en qué ha cambiado la lucha de clases que concibió Marx y la lucha de clases actual?

El capitalismo clásico es una sociedad hegemonizada por la clase burguesa, la de los propietarios de los grandes medios de producción, la sociedad actual es dominada por un bloque de clase compuesto, burgués - burocrático, en que el dominio de la burguesía está inscrito en el marco de una clase que usufructúa del producto social desde sus funciones de administración del movimiento del capital. En el capitalismo clásico había una cierta continuidad entre los trabajadores, que eran pobres, y la pobreza de la marginalidad. En la sociedad actual hay una brecha creciente entre los integrados a la producción, incluyendo a los trabajadores, y los marginados absolutos. En el seno del posible movimiento popular han llegado a existir diferencias profundas, que pueden en muchos puntos convertirse en intereses contrapuestos.

  • ¿Hay teorías de Marx que sean mejor aplicables a la realidad actual que otras? ¿Cuáles? ¿Qué textos habría que tener en cuenta?

Lo mejor de Marx, lo más profundo, es su concepto de la historia humana, esto es lo que se puede encontrar en La Ideología Alemana, en el Manifiesto Comunista. La segunda gran contribución es su crítica del capitalismo, esto es El Capital o, más accesible, Salario, Precio y Ganancia. Mi opinión, en cambio, es que sus escritos políticos concretos, como el 18 Brumario, o la Lucha de Clases en Francia, son de una utilidad bastante limitada para nuestra situación actual.

  • Ud. habla de una clase burocrática emergente, ¿cuál es la relación de los trabajadores con esta clase y en qué se diferencia de la relación de estos con la burguesía?

La clase burocrática obtiene su usufructo de un reparto de la plusvalía creada por los productores directos. El "salario" burocrático es un salario que es, por razones ideológicas y estructurales, mucho mayor que el costo de producir la fuerza de trabajo a la que paga. Esto quiere decir que, de manera directa, los burócratas son explotadores. Están en el bloque de los explotadores. La contradicción fundamental, clase contra clase, es la que hay entre los productores directos asociados, y el bloque explotador burgués burocrático. La diferencia es política, no estructural. Lo que pasa es que en el derecho burgués no existe la figura de "ganancia burocrática", desde un punto de vista jurídico, los burócratas son asalariados. Sin embargo, desde un punto de vista estructural, es la manera en que se determina su "salario" la que los convierte en una clase social explotadora.

  • Pensando en las condiciones actuales de organización revolucionaria ¿cuál debiera ser la relación de los marxistas con otros grupos revolucionarios, llámese anarquistas, ecologistas radicales, etc.?

Los marxistas deben aprender que no son los únicos progresistas, ni son los únicos, ni los más importantes de la izquierda, y que no son los únicos, ni siquiera los demostrablemente mejores, entre los revolucionarios. El polo revolucionario es, y debe ser, mucho más amplio que los marxistas. La izquierda es, y debe ser, mucho más amplia que los marxistas. Una revolución de nuevo tipo no requiere ni de un partido único ni de una línea correcta, es necesario una red de movimientos unidos en un espíritu común. Una red que se proponga objetivos a la vez locales y universales, que tenga como su horizonte una sociedad sin lucha de clases.

  • ¿Podría explicar brevemente en que consiste lo que ud. llama “Revolución por Internet”?

Somos dominados en red. No se puede hacer una oposición jerárquica, organizacionalmente monolítica, a un poder en red. Es necesario organizar la oposición global en red. Por otro lado, una iniciativa revolucionaria sólo puede ser global. Hoy existen medios tecnológicos para hacer política de manera global. Internet es ese medio. Todo revolucionario del siglo XXI debe tener como mínimo un modem. Hay que aprender a dar batallas en las grandes avenidas del planeta. Internet es ese mundo de grandes avenidas.

  • ¿Cuál es su opinión acerca de lo que se ha llamado “nuevo socialismo”, especialmente en América Latina y con Hugo Chávez como figura más llamativa? ¿Cree ud. que este “nuevo socialismo” mejora o empeora la condición de los trabajadores?

El "socialismo" al estilo Chávez puede ser, indudablemente, un medio de mejorar la situación de los trabajadores, especialmente de los más pobres. Pero, dado que la tasa de explotación capitalista es enorme, dado que los niveles de sobre explotación y miseria masiva son abismantes, esto, en realidad no es muy difícil. Teniendo cobre o petróleo suficiente se puede repartir mucho bienestar, innecesariamente negado por el abuso capitalista, sin conmover todavía, en lo más mínimo, a los poderes globales. Se trata de repartir el exceso que la avidez no había querido repartir. Más allá de ese exceso, el "socialismo" de Chávez no representa el menor riesgo para el capitalismo global. Por eso existe. Porque sirve para descomprimir lo que la barbarie capitalista no había querido ceder. Hoy no es contradictorio mejorar situaciones locales confirmando con eso la estabilidad del poder global.

  • Según ud. ¿Se produciría un cambio significativo en la condición de los trabajadores si es que la derecha llega al poder en las próximas elecciones presidenciales? En su opinión ¿Qué sería menos malo para los trabajadores, la Derecha en el poder o la continuidad de la Concertación?

Yo creo que la situación de los trabajadores no cambiará en absoluto si la llamada derecha llega al gobierno. De hecho la derecha ya está en el gobierno. La derecha real en Chile es la Concertación. Esa es la mejor manera de administrar el modelo. Lo que puede ocurrir es un cambio de tipo simbólico, que puede llegar a tener un efecto político: quizás los trabajadores se opongan con mayor convicción a los siervos directos de sus dominadores que a estos serviles siervos, encubiertos con su retórica populista. Hay un efecto muy concreto que agregar: medio Chile, que vive de chuparle patas a la Concertación, que vive de la corrupción y la complicidad, podría quedar desempleados. Sospecho que muchos, que fueron, se acordarán sólo entonces de lo que fueron. Es duro tener que contar con estos "retornados a la izquierda" que sólo retornarán cuando ya no puedan seguir metiendo la mano en el bolsillo de todos los chilenos, pero bueno, sólo de esa manera se podrá armar un frente de izquierda un poco más amplio que el actual.

  • Por ultimo, le dejo un espacio para que agregue lo que guste.

Creo que una sociedad sin clases es posible. Una sociedad en que habrá familia, pero no matrimonio. En que habrá intercambio, pero no mercado. Habrá orden pero no leyes. Habrá derechos, pero no Estado de Derecho. Una sociedad en que la diferencia entre sufrir y ser feliz sólo será una diferencia intersubjetiva, en que no será necesario cambiar toda la historia para poder ser feliz. Una sociedad como esa, en que no haya lucha de clases, debe llamarse sociedad COMUNISTA. Y todos los que crean que es posible hacerla real tienen derecho a llamarse a sí mismos COMUNISTAS.

martes, 4 de septiembre de 2007

La burguesía y la contrarevolución.



El presente artículo es una parte del trabajo de Marx "La burguesía y la contrarrevolución", escrito en diciembre de 1848. En este trabajo Marx examina la causa de la victoria de la contrarrevolución en Prusia desde el punto de vista del materialismo histórico y pone al descubierto las particularidades de la revolución de marzo en Alemania.


Escrito en Colonia, el 11 de diciembre de 1848. Su primera edición fue en el Neue Rheinische Zeitung Nº 169, del 15 de diciembre de 1848.



El 18 brumario de Luis Bonaparte.


En su obra El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx analizó la revolución francesa de 1848-1851; desarrolló aún más el principio fundamental del materialismo histórico, la teoría de la lucha de clases y de la revolución proletaria, la doctrina del Estado y de la dictadura proletaria; llegó por primera vez a la conclusión de que el proletariado triunfante tiene que destruir la máquina del Estado burgués.


El dieciocho Brumario del octavo año de la República después de la revolución burguesa francesa, o sea el 9 de noviembre de 1799, fue el día en que Napoleón I dio el golpe de Estado, implantó el régimen imperial y la dictadura militar. El 2 de diciembre de 1851 Luis Bonaparte, siguiendo la pauta de su tío, por medio de un golpe de Estado reestableció la dictadura militar; el 2 de diciembre de 1852; abrogó la República, emprendió el régimen imperial y fue proclamado Napoleón III. Por esta razón, Marx tomó la fecha dieciocho Brumario como título de su folleto para satirizar y denunciar a Luis Bonaparte.



La Ideología Alemana.

La Idelogía Alemana. Crítica de la novísima filosofía alemana, representada por Feuerbach, B. Bauer y Stirner y del socialismo alemán representado por sus diversos profetas es una obra escrita por Karl Marx y Friedrich Engels en Bruselas entre 1845 y 1846. En este texto se encuentran muchas de las tesis principales del materialismo histórico por primera vez.
Este trabajo surge tras ser expulsado Marx de París, bajo la acusación de escribir artículos revolucionarios en el periódico oficial del Partido Obrero Socialdemócrata alemán, Vorwarts. Tiempo después llega también Engels a la ciudad belga y viajan juntos a Inglaterra a estudiar a los economistas de dicho país. A la vuelta de dicho viaje escriben La Ideología Alemana.
El manuscrito de "La Ideología Alemana", publicado completamente por primera vez en el Instituto Marx-Engels de la URSS en 1932 bajo dirección de David Riazanov, constaba de dos tomos, conteniendo el primero la crítica de la filosofía posthegeliana, y el segundo, la crítica del «socialismo verdadero».





Ser marxista.

Soy marxista. Pero, no soy marxista sólo porque odie la pobreza. No soy marxista sólo porque crea en la libertad. No soy marxista sólo porque desee mejorar las condiciones de vida. Los socialdemócratas, los liberales, los conservadores desean eso mismo y ellos no son marxistas. Y parecería tonto, cuando no fruto de una mala educación, pretender que ellos lo desean con mala fe mientras que yo lo pienso realmente. ¿Por qué soy marxista?
Soy marxista porque no estoy de acuerdo con la mejora que presentan los liberales, los conservadores o los socialdemócratas. Y tampoco comparto su análisis de la realidad. Sostengo una emancipación cualitativamente diferente. Soy marxista porque creo que el capitalismo es un sistema injusto intrínsecamente, es decir: en su propia constitución, y que conlleva la absoluta infelicidad de la humanidad. Pero tampoco soy marxista sólo porque esté en contra del capitalismo, muchos reaccionarios lo están, sino por el cómo y el porqué de mi rechazo.
Desde la modernidad la filosofía había situado en la idea de sujeto la clave del conocimiento. Conocer la realidad no era representársela tal cual era sino que, especialmente a partir de Kant, el propio sujeto construía una representación del mundo a través de su forma de conocer, de sus estructuras cognitivas previas no pudiendo conocer pues la realidad en sí misma sino la interpretación de la realidad realizada por la razón. Como todos los seres humanos estaban constituidos desde la razón era su forma de conocer racional idéntica en todos los casos. Así, el mundo, en cuanto a nuestra representación de él, se convirtió en obra del sujeto racional. El mundo real era racional, tenía leyes científicas y se constituía como un cosmos ordenado no por sí mismo sino porque el sujeto le ponía esa racionalidad. El mundo se humanizaba pues acababa siendo, de alguna manera, resultado de la acción humana.
Marx estaba de acuerdo con la idea básica. El mundo era, y debía ser, creación humana. Pero, ¿realmente el mundo estaba humanizado? ¿Había logrado la razón desarrollar un mundo mejor? Para responder a dicha pregunta Marx se fijó en el trabajo pues allí dicha humanización se mostraba evidente como una realización práctica. El trabajo era, o mejor dicho, debía de ser la forma de relación privilegiada entre el hombre y la realidad: el trabajo transformaba la realidad y la acción humana primordial era la transformación del mundo por el trabajo. Ahora bien, el trabajo no se daba en condiciones abstractas sino sociales y concretas. Por eso, la forma social en que se constituía el trabajo resultaba fundamental para analizar si este realmente estaba humanizando el mundo de acuerdo a la razón o bien servía a otros intereses. Así, lejos de ser prioritaria para Marx la esfera económica como constitución de lo humano era en realidad sólo el medio para humanizar el mundo.
Pero, ¿qué pasaba con el capitalismo? ¿Por qué los marxistas trasnochados como yo mismo, estamos en contra del Capitalismo? ¿Y cómo estamos en contra? De lo que acusamos al capitalismo es de ser un sistema totalitario. Entendemos por sistema totalitario aquel que es capaz de integrar toda la vida humana (la pública y la privada, el trabajo y el ocio) en una estructura cuya única finalidad es la de perpetuarse. Pero, ¿qué es el capitalismo? Un sistema que es independiente a las voluntades individuales o colectivas, que se impone sobre la existencia individual y cuya realidad es la reproducción incesante de mercancías y con esto la perpetuación del propio capitalismo. El capitalismo no es, por supuesto, los grandes grupos bancarios, las grandes empresas o los “malvados capitalistas” (como le gustaría pensar a un izquierdista folclórico). El capitalismo es una realidad independiente a los propios individuos que determina la realidad y la existencia de todos en cuanto les convierte, a ellos mismos y a los propios objetos, en mercancías. Y no sólo en su visión simplista de economizar todo, que también, sino, y primordialmente, en la creación de una estructura previa de dominación. Pero, ¿qué significa eso? En el capitalismo se dan tres procesos básicos: la alienación, la ideología y el fetichismo de la mercancía. El trabajo, como hemos señalado, debería servir para humanizar el mundo, pues es la forma propia de la relación del sujeto con la realidad, y convertir así la sociedad en un lugar para la emancipación del individuo. El desarrollo tecnológico haría posible esto, en cuanto a su capacidad de emancipación de la naturaleza. Sin embargo, el trabajo en el capitalismo no sólo no humaniza el mundo sino que lo único que hace es reproducir ese mismo capitalismo. Así, el trabajo capitalista no hace del mundo un lugar mejor -y eso es independiente del sueldo que se pague del mismo modo que la libertad del esclavo no depende de cuánta comida se le dé-. Toda la acción propia del sujeto en cuanto tal sujeto (la acción sobre el mundo, la praxis, que debía humanizarlo) en el capitalismo queda reducida así a mera realización económica lo que conlleva, a su vez, que el propio sujeto sólo tenga realidad en el sistema como hecho económico. De esta forma toda la existencia humana, nuestra vida, se convierte en el medio, ya en el trabajo ya en el consumo, para la preservación del propio capitalismo y esa misma vida se transforma en ideológica en cuanto se presenta como existencia individual aquello que no es más que reproducción de las condiciones de explotación dadas y por lo tanto indiferente objetivamente a la propia individualidad. De esta forma, la ideología (la falsificación de la realidad) ocupa un lugar fundamental en la estructura capitalista. La ideología es la falsa conciencia sobre la realidad que hace creer que la vida que se lleva es auténtica. Y esta ideología presenta en el capitalismo un doble aspecto: por un lado, un aspecto clásico en el que las ideas o los hechos sirven para encubrir la realidad (como la religión, el nacionalismo o la reciente boda del príncipe); y, por otro, y lo que es más interesante, una vinculación directa con el propio sistema productivo donde surge el denominado fetichismo de la mercancía. La mercancía -es decir: el resultado último de todo un proceso de producción dentro del capitalismo- se presenta como una realidad independiente a dicho proceso, como con un valor en sí. El fetichismo de la mercancía lo que hace es negar precisamente el proceso de trabajo y con ello negar las condiciones reales de existencia. Las mercancías se independizan de la acción humana cobrando valor por sí mismo del mismo modo que la vida humana se independiza, pero sólo de forma ideológica y por eso falsa, de la estructura económica. La esfera productiva, que el capitalismo ha llevado hasta sus últimas consecuencias a través del consumo, se presenta como ajena al individuo. Así, el máximo proceso ideológico, que hoy guarda relación con la creación de una personalidad sin yo, no es un añadido sobre el proceso productivo sino algo intrínseco a él. El capitalismo desarrollado presenta los objetos y las realidades particulares como ajenas a la totalidad, independientes de su propio proceso de formación. Los diversos hechos, que sólo tienen sentido en cuanto a su relación y estar subsumidos por la totalidad, se presentan como fragmentos sin conexión. Parece existir la libertad en un mundo dominado a priori de cualquier hecho.
De esta manera, el capitalismo no es sólo un sistema económico, una forma de producción, sino un sistema totalitario; la forma determinada que produce la propia vida. Y dicha vida , lejos de estar conformada en la autonomía y la emancipación, está subsumida bajo el mismo capitalismo. La vida humana sólo tiene sentido para reproducir el propio sistema y toda la esperanza ilustrada ha desaparecido. Ser marxista, aún hoy, tiene sentido.
E. Mesa.

Manuscritos de economía y filosofía.


Los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 representan -por su valor intrínseco y por sus efectos sobre el debate y la praxis políticos- un hito fundamental en la historia del pensamiento moderno. Con su publicación, en 1932, toda una generación de intelectuales pudo ver en ellos una alternativa al marxismo de cuño economicista que se había consolidado como tendencia hegemónica a partir de los aportes de teóricos como Kautsky, Plejanov o Bujarin. En los Manuscritos, Marx subraya la preeminencia del factor subjetivo en la transformación de la sociedad; la conciencia de clase es, así, condición y resultado del proceso revolucionario.
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lunes, 3 de septiembre de 2007

Trabajo asalariado y Capital.


En primer lugar hay que aclarar que “Trabajo asalariado y capital” está fechada en unos años en los que Marx todavía no tenía perfilada en su cabeza la pintura total del entramado capitalista. Poseía, eso sí, en lo tocante a las relaciones económicas, un esquema bastante aproximado a lo que posteriormente vería confirmado al investigar con más detalle la economía capitalista con el fin de escribir la “Contribución a la crítica de la economía política” y “El Capital”.


“Trabajo asalariado y capital” vio la luz a partir del 4 de abril de 1849 en sucesivos números de la Nueva Gaceta del Rhin. Esta obra está basada en las conferencias que Marx dio en 1847 en la Asociación Obrera Alemana de Bruselas. La obra está incompleta, no habiéndose encontrado los manuscritos que debían de completar la totalidad de la obra. Engels, en 1891 frente a la reedición del texto con un formato para un folleto de propaganda se pregunta si Marx habría aprobado, sin más, la reimpresión de 100.000 ejemplares sin haber llevado a efecto en el texto ninguna modificación.


El Capital.



El Capital es, como reza su subtítulo, un tratado de crítica de la economía política; al mismo tiempo, puede leerse como un estudio sobre la especificidad histórica de la sociedad moderna. En la medida en que Marx considera que la esfera económica, El Capital, domina y condiciona el funcionamiento de la sociedad moderna, la crítica de la economía política, es decir, del saber sobre esa esfera, se torna el punto de partida fundamental para comprender qué es esa sociedad moderna y como funciona.

Marx sólo publicó en vida el primer Libro de El Capital en 1867. Los dos libros restantes, publicados respectivamente en 1885 y 1849, fueron editados a partir de los manuscritos de Marx por su amigo y colaborador Friedrich Engels.




Crítica del programa de Gotha.



Este artículo consta principalmente de la crítica hecha por Marx al proyecto de programa del Congreso a celebrarse en Gotha en 1875. Este congreso debía, inicialmente, plantear las bases del movimiento obrero alemán.A causa de su obligada ausencia a ese Congreso, Marx expone, en este escrito, punto a punto su desacuerdo.
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Manifiesto Comunista.


En 1842, a la edad de 24 años, Marx dirigía un periódico llamado "La Gaceta Renana" que se editaba en la ciudad de Colonia. Friedrich Engels, tenía entonces 22 años y enviaba colaboraciones desinteresadas a este periódico. Por aquellas fechas, la familia de Engels decidió enviarle a estudiar a la ciudad inglesa de Manchester, que era entonces el centro del capitalismo mundial. Engels siguió camino a Manchester, desde donde continuó enviando colaboraciones, hasta que el gobierno prohibió la publicación de La Gaceta Renana. Marx se fue a vivir a París, y ambos, uno en Inglaterra y el otro en Francia, entraron en contacto con una organización obrera secreta llamada, La Liga de los Justos. Engels a su regreso a Alemania, se pasó por París en 1844 para ver a Marx. En París comprobaron, que habían llegado de forma independiente a las mismas conclusiones teóricas. Deseando difundir sus ideas entre los obreros, decidieron explicar sus puntos de vista a los miembros de la Liga de los Justos. A principios de 1847, un representante de la liga les indicó que casi todos los miembros de la organización estaban convencidos de que sus planteamientos teóricos eran correctos, y les pidió que ingresaran en esta para defenderlos ellos mismos en el próximo congreso. La liga aprobó los planteamientos políticos de Marx y de Engels, y pasó a llamarse Liga de los Comunistas. Así mismo, se encargó a Marx y a Engels, que redactaran un manifiesto que contuviera las principales ideas comunistas adoptadas por la liga. Engels empezó el trabajo con una obra titulada Principios del Comunismo, pero este trabajo fue abandonado posteriormente. Marx y Engels ayudados por Jenny Von Westphalen, la esposa de Marx, consiguieron dar a la imprenta El Manifiesto Comunista en febrero de 1848, exponiendo por primera vez al público el pensamiento marxista de forma escrita.
El Manifiesto Comunista es considerado uno de los tratados políticos más influyentes de la historia.


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